Cinco claves de la tecnología de rastreo de contactos explicadas por sus creadores: "Funciona como un submarino"

"Desde el punto de vista técnico, de aquí a un par de semanas lo tenemos. Eso seguro. El problema fundamental aquí no es la tecnología, el problema fundamental es la política, el derecho y los organismos de sanidad. Ningún sistema informático resuelve nada si la estructura que tiene detrás y el encaje legal no se analiza correctamente", dice Alfredo Sánchez, jefe de proyecto en la Escuela Politécnica Federal de Lausana (EPFL) en Suiza, uno de los centros que lideran la investigación mundial sobre las tecnologías de rastreo de contactos para detectar posibles contagios de COVID-19.
La EPFL lleva dos meses desarrollando esta tecnología, basada en el bluetooth de los móviles. En abril publicaron en abierto el código fuente de su proyecto, denominado DP3T (Decentralized Privacy-Preserving Proximity Tracing project), de manera que investigadores y expertos de todo el mundo pueden revisar su funcionamiento, analizarlo o tomarlo para hacer sus propias pruebas con la tecnología. Austria, Estonia, Irlanda o Portugal lo están testando, mientras que Alemania ya ha anunciado quiere tener una app basada en este sistema operativa para junio. El DP3T también "inspiró" el sistema que están preparando Google y Apple, confesó el jefe de ingenieros de Android.
En España, el Gobierno se ha abierto a probar este tipo de sistemas digitales para evitar rebrotes. Mientras, en Suiza los ensayos han seguido adelante. La aplicación móvil resultante ya ha pasado diversas pruebas de laboratorio en las que colaboraron soldados del Ejército suizo, y el piloto con personas reales comenzará tan pronto como reciba luz verde de las autoridades del país. En conversación con eldiario.es, Sánchez explica las claves de estas pruebas y cómo se ha desarrollado esta tecnología, que aspira a ser capaz de comunicar a sus usuarios cuándo han mantenido un contacto cercano con una persona que ha dado positivo por coronavirus.

Cómo detecta contactos el bluetooth 

"En realidad no medimos la distancia entre los teléfonos", explica Sánchez, nacido en Suiza pero de ascendencia española. "Utilizamos una tecnología que se llama bluetooth de baja energía, que sabemos que no va más allá de dos o tres metros. Si un teléfono detecta a otro es porque ya está en la distancia que nos interesa".
"Es el método más sencillo, porque luego lo único que nos queda hacer es funcionar como un submarino. Vamos mandando señales y tratamos de oír el eco. Ese eco es el otro teléfono que te dice sí, te he oído. Entonces vamos calculando la cantidad de ecos que mandas y que recibes y eso te da una idea del tiempo de exposición al otro teléfono", prosigue. En sus pruebas, el equipo de la EPFL calibró que cuando los teléfonos se detecten durante más de cinco minutos, intercambien un código aleatorio. El contacto entonces queda registrado.
Este método, que suena relativamente sencillo, no se había probado nunca en aplicaciones que necesitaran este nivel de precisión. "Nadie conocía exactamente cómo usar el bluetooth en este tipo solución para no tener los problemas que da la localización con el GPS", detalla el experto. Entre los problemas del rastreo de contactos con geolocalización está, por ejemplo, la privacidad.

Cómo se asegura que nadie accede a los contactos 

"Esto es privacidad por diseño: queríamos crear un sistema que respetara la necesidad de los ciudadanos, que no es solo detener el coronavirus, sino también preservar la libertad", ha explicado Carmela Troncoso, directora del Laboratorio de Ingeniería de Seguridad y Privacidad de la EPFL. "Por lo tanto, estamos creando una aplicación que no se puede usar para otra cosa que no sea el rastreo de contactos, no se puede usar para conocer la ubicación, las identidades o las actividades de cada uno", detalla.
Privacidad por diseño es un concepto tecnológico que expresa que es la propia estructura del sistema la que asegura que no habrá filtraciones de información, porque los datos no salen de ella ni pasan por un tercero en ningún momento. La privacidad por diseño es confiable precisamente porque no obliga al usuario a confiar en nadie.
"La privacidad por diseño es la gran diferencia con los modelos centralizados que estaban pidiendo Francia y Alemania", recalca Sánchez. En ese sistema alternativo que han estudiado países como los que cita el investigador, además de otros como el Reino Unido, son los sistemas sanitarios los que almacenan la información de los contactos personales. "En nuestro sistema la lista de contactos está en el teléfono solo, no sale de ahí".
"Esa lista de contactos está formada por códigos aleatorios y encriptados que no tienen datos que permitan identificar a una persona. Lo único que se ve es que he visto a la persona A y a la persona B, pero no sé ni quién es A ni quién es B, ni dónde estaban, porque la localización tampoco la tengo. Lo único que puedo saber es que en un momento dado han estado a menos de dos metros de mí. Eso es todo, y esa información jamás se transmite a un servidor central", añade el investigador.

Cómo se introduce un positivo 

"Para enviar las notificaciones, el sistema lo que dice es: dame la lista de identificadores anónimos que son positivos. Entonces cada teléfono es el que, localmente, va a comprobar si tiene ese código en la lista de contactos que tiene guardada", explica Sánchez.
¿A quién le pide cada teléfono esa lista de positivos? Es una de las claves de todo, pero es algo que debe configurar cada país, encajando el DP3T en su sistema sanitario. "Hay que tomar en cuenta que este sistema tiene dos partes: está la parte del rastreo de contactos, la parte tecnológica que te permite saber si has tenido contacto con alguien en un momento dado. Luego tiene otra parte, la de las organizaciones médicas, que deben generar un código para certificar que ese positivo que se introduce es una prueba válida y que no cualquiera puede poner un código que no tiene ningún sentido para declararse positivo y quedarse en casa".
Recibir una notificación del sistema de rastreo tampoco tiene por qué equivaler a un aislamiento obligatorio. El investigador detalla cómo planea hacerlo Suiza: "Nosotros hemos decidido que eso no es suficiente para que la persona se quede en casa y que habrá que juzgarlo por el contexto. La persona que reciba una notificación primero tiene que llamar a un número del Ministerio de Sanidad, donde le van a hacer preguntas sobre las características del contacto. Como lo único que sabemos del contacto es la fecha, se puede preguntar si llevaba las protecciones adecuadas por ejemplo. Hay que juzgar si realmente fue un contacto de riesgo".
"Esto tiene una implicación legal con el trabajo. No puede ser tan fácil como decir OK, mi trabajador tiene que quedarse en casa porque una aplicación ha dicho que tiene que quedarse en casa. Puede que el riesgo haya sido muy bajo, o que ya haga muchos días del contacto y que esa persona no haya tenido síntomas".

Cómo se ha probado

Los investigadores han hecho varias pruebas con militares. Sánchez detalla que el motivo no es otro que "el Ejército es la única institución en Suiza que tiene autorización para juntar a tanta gente en poco espacio".
La primera prueba la hicieron en las instalaciones de la EPFL, con 20 soldados. "Queríamos ser capaces de detectar la proximidad de los teléfonos. Les hemos puesto en varias situaciones, por ejemplo en un bar, o en un tren o en el autobús. Todo eso en un modelo de laboratorio con unas cámaras para calcular distancias. Filmamos las escenas y comparamos de las cámaras con los que nos daba el bluetooth de los teléfonos".
Con esos resultados los investigadores recalibraron el sistema y repitieron la prueba con otros 10 militares. Después de eso pasaron a algo más grande. "Queríamos validar el funcionamiento en un entorno un poquito más real. Por eso, siempre con la misma excusa de que el Ejército es la única entidad que nos puede dar tanta gente en poco tiempo y en el mismo sitio, fuimos a un cuartel. Nos pusieron a disposición unos 100 jóvenes militares, a los que les pedimos que usaran su propio teléfono, para ver qué problemas podíamos tener en la instalación. Luego les dejamos 24 horas para que hicieran su rutina normal".
"Como este sistema protege tanto los datos personales, para nosotros también ha sido un problema verificar luego que los datos que recogemos. Por eso también les pedimos que, con unas tarjetas de visita que les habíamos hecho, que tenían un código, les pedimos que cuando tenían un contacto de menos de dos metros durante más de cinco minutos, se intercambiaban la tarjeta para simular lo que la aplicación hace".
Eso ocurrió el fin de semana pasado. Durante esta semana los investigadores han estado analizando los datos y en conversaciones con Apple y Google sobre la interfaz. El paso siguiente son las pruebas piloto en entornos reales, que el Ministerio de Sanidad suizo podría autorizar en los próximos días.

¿Puede fallar? 

"El bluetooth de baja energía lo que te permite es no tener falsos positivos. Si la persona está demasiado lejos no la captas. Puede fallar al contrario, que el sistema no llegue a registrar un contacto porque la persona tenga el móvil metido en un bolso o en una mochila con metal o esté detrás de alguna superficie que bloquee la señal", contesta Sánchez.
"Sabemos que no vamos a tener al 100% de la población usando el sistema, y que de esa población, vamos a fallar algunos casos. Con un porcentaje menor, incluso mucho menor que el que han apuntado algunos estudios británicos [un estudio de la Universidad de Oxford indicó que al menos un 60% debía usar este tipo de apps de rastreo de contactos para que sean efectivas] el sistema puede tener un un impacto positivo en la curva de contagios. Si podemos bajar un poco la curva, ayudar a que esté siempre por debajo de la capacidad sanitaria del país, ya es algo positivo", concluye el investigador.
Un soldado suizo muestra la app de rastreo de contactos para detectar contagios de coronavirus que está desarrollando la EPFL

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