La tecnologia es para siempre
Siguiendo el eslogan más valorado de toda la historia de la publicidad, creado por la compañía de marketing NW Ayer en 1947, un diamante es para siempre, podríamos asegurar que la tecnología es para siempre y ha llegado para quedarse.
Discutir sobre si puede resultar perjudicial o no utilizar los recursos tecnológicos es una cuestión ya obsoleta. Como
cualquier otro instrumento, desarrollado por los seres humanos a lo
largo de toda la evolución, su utilidad dependerá del buen o mal uso que
hagamos de él. Prescindir de ciertos avances, especialmente en
el mundo de la educación o la psicología puede alejarnos no sólo de
conseguir nuestros objetivos, sino, incluso, de intentar esforzarnos por
ellos.
Un buen ejemplo de ello, es el uso de los tratamientos psicológicos on line,
que permiten a un gran número de personas cada día acceder a un
tratamiento psicológico al que, bien por su ubicación geográfica o bien
por algún tipo de discapacidad, no hubieran podido acceder para
desarrollar una vida plena.
Nuestra experiencia y formación en esta modalidad de tratamiento a distancia nos ha permitido comprobar que los resultados en un número importante de alteraciones emocionales son comparables
a los del tratamiento presencial. Pero, esta modalidad de tratamiento
basada en la tecnología, al igual que otros tipos de intervenciones, ha
de seguir una serie de principios que garanticen la profesionalidad y
optimicen la intervención profesional que recibe el usuario.
En este sentido, una de las mayores garantías que podemos tener en el momento de elegir dónde solicitar el tratamiento psicológico
es asegurarnos que va a ser desarrollado por un psicólogo/a
colegiado/a, cuyo número de colegiado debe ser fácilmente accesible para
que pueda ser verificado en cualquiera de las sedes de los Colegios
Oficiales de Psicología (COP) que existen en todas las provincias de
España.
Además, un psicólogo o una psicóloga que intervenga en estas cuestiones emocionales
que están directamente relacionadas con la salud debe tener una
formación específica en este sentido que debe estar acreditada por la
Consejería de Salud de la comunidad autónoma correspondiente y reflejada
en el medio on line en el que se ofrece la intervención psicológica.
Pero, entre las intervenciones psicológicas que
realizamos de forma presencial, la tecnología está ya, también, presente
de forma continuada. Disponemos de registros de la actividad cerebral que permiten mejorar nuestra capacidad de focalización de la atención
para ignorar pensamientos intrusivos o no deseados, biofeedback que nos
permite tener indicadores sobre nuestro nivel de activación para
garantizar que estamos en un estado fisiológico óptimo para afrontar
determinadas situaciones y de tecnologías de realidad virtual que nos
permiten utilizar estrategias aprendidas durante las sesiones de
tratamiento en escenarios virtuales muy similares a los que resulta
difícil acceder durante la terapia como viajar en avión, subir a un
edificio alto, pasear cerca de un perro o visitar al médico o enfermero
para una extracción de sangre.
Por último, para evitar los graves problemas que estamos encontrando en los menores con el abuso de los teléfonos inteligentes,
éstos no deben convertirse en un premio o un castigo sino que deben de
tener unas normas de uso, en unas circunstancias determinadas como
cualquier otra herramienta de las que todos utilizamos cada día.
¿Alguien se plantearía quitar a un niño ciego una aplicación que le
permite averiguar de qué color es un objeto o a un niño sordo leer en su
móvil lo que alguien le está diciendo? No se trata de decidir si
teléfono sí o teléfono no, sino que se trata de una cuestión mucho más
compleja que pasa por la educación de la familia y por la regulación de
las aplicaciones que se instalan en los móviles en función de la edad
del menor.
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